El significado de esta figurita siempre ha estado en debate y tiene múltiples interpretaciones. En mi caso voy a centrarme en una interpretación muy popular relacionada con la fertilidad.
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Según varios investigadores, el hecho de que tanto sus pechos, como su vulva y su abdomen estuvieran tallados con tanto detalle, podría estar relacionado con una especie de “símbolo de la fertilidad” . Además, creen que quien talló esas figuras no pretendía reflejar a una mujer en concreto, sino al conjunto de mujeres con el propósito de venerar su capacidad de dar vida.
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Y aquí es donde entra mi “divagación”.
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Podríamos pensar que las técnicas de reproducción asistida son “patrimonio de la modernidad” ya que no fue hasta hace unos 40 años que los humanos pudimos celebrar el nacimiento de la primera “bebé probeta”.
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Pero…¿Y si las llamadas “Venus” del paleolítico también tuvieran su función reproductiva? ¿Podría ser que esas figuras fueran una especie de “técnica paleolítica de fertilidad”?
Sea como fuere, y a riesgo de caer en el mayor de los anacronismos, me fascina pensar que la infertilidad no es un problema exclusivo de la sociedad moderna y que, a lo largo de nuestra historia como especie, muchas personas se hayan enfrentado a ella utilizando los medios que en cada momento tenían a su disposición.
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Por suerte, hemos mejorado nuestras técnicas hasta llegar a la fecundación in vitro, la microinyección espermática o el diagnóstico genético. Aún así, todavía nos queda mucho camino por recorrer.
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Si ahora nos ponemos a pensar en la Venus de Willendorf como técnica de fertilidad, es muy probable que nos parezca un remedio poco efectivo y poco científico. Sí, a mi tampoco me parece la mejor técnica. Y espero que, de aquí a unos años, cuando echemos la vista atrás, podamos ver todas las mejoras que se hayan producido en el abordaje de la (in)fertilidad y, que las técnicas actuales nos parezcan casi tan prehistóricas como la propia Venus.